18 dic 2008

Aire y mar

Suelen llamarlo así; es igual de una forma u otra, lo nombrare curso. Se traduce como la incapacidad de conciliar el sueño, una especie de analgésico permanente que seda mi alma en su totalidad.

Pero para que hablar de mi, hablemos de ella. Si, lo afirmo; creo saber la causa que la condujo hasta aquí. Pero es demasiado pronto para hablar de esto.

Quería saber, y mis noches también. Y aunque quisiese era complicado entramarlo en lo real, a eso que llamamos real. Pero no importa, hoy ya nada lo hace, ni quiere hacerlo. Debe, pero no quiere; ni yo quiero, y tengo la respuesta. Es ella, nuevamente. Incapacitando la cordura, en momentos en los que el pulso dilata las arterias, todo es leve, indescriptible.

Esto no tiene sentido, no lo necesita, ni lo quiere. Hallo la vida tras lo oscuro, se acostó, y las sabanas sirvieron de abrigo un alba más.

Aun en sueños es constante, no se atreve a disminuir el pensar. Tenue en lo mío, aura en tus horas, en el corazón.

Al fin puedo decir, sospechar, odiar o amar hasta que culminen mis suspiros, tus suspiros. Ya no se lo que es, ni por quien fue ideado; supongo que por uno mismo, la suposición es base y se hace hecho. Lastima, duele, hiere, descansa la agonía, piensa el decir, actúa sin pensar, te vive sin vivir.

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