Arrancarse la espina, ver como brota la gota,
Del cuerpo, la sangre turbia.
Mantenerse intacto, por momentos.
Sin embargo, el anhelo es un triste consuelo,
Maldecir, odiar el encuentro.
Rehusar a reencuentros, por el hecho de no soportar tal maleficio.
Ser indirecto, complicarse porque si, me gusta a veces,
Cuando no hay alternativa, cuando la alternativa es esta,
Vomitar.
Y a veces el licuado es dulce, atrayente,
un talismán embriagador que envenena, dosificándose,
Revolviendo las tripas, el corazón, etcétera.
Aunque generalmente la bilis es amarga, un café tostado,
Recorriendo la traquea, batiendo el cerebro,
Y escupiendo la tinta se desgarra el pecho,
Pensando, nada mas. Y que malo es en ocasiones…
- no quiero hacerlo, ¡No! Ni revolotear en los perfumes
Buscando la fragancia exacta. ¡No! Las pestes se suceden,
Monótonas, rutinarias, un juego sin fortuna que obedece al horóscopo
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