A los enanos no les gusta la ayuda,
Ni la música, ni el deseo.
Los enanos merodean los jardines
Relamiendo el néctar de la datura,
Copulando en sus cerebros.
Los enanos inspeccionan los confines,
Leen a Freud y a Nietzsche
Bailan desnudos, junto a la orilla…
A los enanos no les apasiona la vida,
Ni el temor, ni el ritmo,
Parpadean si es un “si”
Pestañean aburridos.
Los enanos doman la esfera,
Empotran sus unicornios en Calisto,
Chistan de placer cuando ruge el mundo,
Cuando este mundo se hace añicos
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