Propuestas, van y vienen, después de un largo ciclo de apaciguados sentimientos.
Concluyen en la rotundidad del vacío. Cual todo lo absorbe, como falanges reptantes en cuerpos descompuestos, devorados, mas o menos.
Propuestas que llegan, se detienen, frente al arco de mi morada, bajo un olivo, o varios. Chapotean en las maduras aceitunas, muertas en el calido suelo.
De la ciénaga al estercolero, la bilis de los amores distraídos. Vuelven, como los jinetes de alguna tropa exhausta. Jadeando, con los muslos triturados del trayecto.
No piden agua, se ocultan en la moteada sombra del árbol, pacientes, ya si. Ahora menos, y por momentos oigo los alaridos.
- Me necesitan, digo
- Mio corazón centrifugado
- Mio ego, ambiguo
Niego varias veces antes de vomitar el no, aunque la afirmación renace, ahí, en las dudas eternas.
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